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"La autopropulsión de la plata" por Gustavo Gorriti

Publicado: 2011-01-03

Gustavo Gorriti escribe un genial artículo para la Revista Ideele sobre una de las frases más colosales del presidente Alan García, que, dicho sea de paso, para muchos fue de las mejores del pasado 2010: "La plata llega sola".

Inteligente, analítico, literario, simplemente genial. No te pierdas este artículo que aquí te dejamos en su integridad.

"La autopropulsión de la plata"

Hace algunos años, Julio Cotler me contó una anécdota reveladora. Ocurrió en los años setenta, cuando Velasco gobernaba el país y casi todos éramos más jóvenes.

Cotler era ya entonces uno de los científicos sociales peruanos más sobresalientes. Enseñaba en la universidad (San Marcos, me parece) y había escrito críticas fuertes al gobierno militar.

Poco después de hacerlo, recibió la visita de un joven oficial del Ejército de mirada inquieta. Faltaban todavía muchos años para que se produjera el programa Lie to Me, de manera que uno tenía que confiar en sus talentos intuitivos para detectar la verdad y las mentiras.

Montesinos le dijo a Cotler que representaba a un grupo de jóvenes oficiales desencantados con la falta de consecuencia y profundización del proceso revolucionario por parte de Velasco y sus generales. Los oficiales estaban listos para tomar acción contra sus superiores, eliminándolos físicamente para radicalizar el “proceso revolucionario”. ¿Estaba dispuesto el doctor Cotler a apoyar con su prestigio ese esfuerzo de los patrióticos jóvenes turcos? El doctor Cotler, que no había nacido ayer ni siquiera en los setenta, botó al capitán Montesinos de su oficina.

Pasaron unos años y Cotler volvió a ver a Montesinos en una de sus clases en San Marcos. El capitán de antaño ya había sido expulsado del Ejército, ya había purgado prisión militar y buscaba, para los fines que el futuro eventualmente registró, graduarse como abogado.

Al finalizar la clase, Montesinos se acercó a saludarlo y Cotler aprovechó para hacerle una pregunta retrospectiva. “¿Cómo pudiste pensar”, dijo, “que yo iba a caer en una provocación tan transparente?”. Montesinos sonrió: “¡Ah, doctor Cotler, usted no se imagina cuántos cayeron!”.1

Leí también hace un tiempo las memorias de Markus Wolf,2 el legendario jefe de espionaje de la ex República Democrática Alemana (o Alemania del Este). Al describir su famoso programa de espías donjuanes (encargados de seducir a las secretarias, ayudantes o parejas de altos funcionarios de la entonces Alemania Federal para obtener, sobre todo en el letargo y la gratitud poscoitales, los secretos de la república), Wolf aclaró que sus espías “Romeo” no eran ni arquetipos de belleza ni doctorados en el Kamasutra, sino seres humanos bien entrenados para expresar empatía hacia personas solitarias, de vidas atareadas pero yermas.

Me he puesto a leer todo eso, y debería incluir también a Conan Doyle, para entender el último misterio de la temporada: el de la plata que camina sola.

A estas alturas, casi todos conocen por lo menos los hechos básicos de la extraña narrativa: en alguna fecha relativamente reciente, Alan García, el masivo presidente de la República, fue a cenar (invitado, me imagino) al departamento de Jaime Bayly. Era una cena de dos parejas: la de Bayly era su ex esposa Sandra Masías y la de García, Roxanne Cuqui Cheesman.

Parece que fue una cena cordial, pese a la descripción que ahora hace Bayly del personaje (“accidente genético que gobierna el Perú”) y de los efectos portuarios que tuvo su llegada (“Cuando García hundió sus oceánicas posaderas en el sofá, sentí un crujido ominoso y temí que el mueble se partiría en cuatro”).

El sofá sobrevivió y la conversación se animó entre el Presidente del Perú y el que jugaba con la idea de serlo. Luego de enterarse de que García ganaba “como tres mil dólares al mes”, Bayly le dijo “con esa plata no puedo mantener a mi familia por cinco años…”. Entonces “Alan soltó una risotada y sentenció la frase de la noche: ‘No seas cojudo, hombre, la plata llega sola’”.3

La plata provoca muchos efectos y genera extrañas asociaciones y simbologías. Según una superstición extendida, soñar con excrementos significa que habrá dinero, que hay que comprar la lotería. El psicoanálisis ve la misma relación de transformación y sublimación entre lo que hay que eliminar y lo que se quiere atesorar, gracias entre otras cosas a la eliminación de ciertas características sensoriales: (Pecunia non olet).

Pero aquí en el Perú, un congresista elevó la plata a la teología: “Por Dios y por la plata”, juró Gerardo Saavedra, que no llegó nunca a explicar cuáles eran los poderes y milagros que le daban a la plata un lugar al lado de Dios.

García no cree tanto. De acuerdo con lo que dijo (y sus intentos de explicar el asunto se parecen a la clásica explicación en pelotas: “Querido (o querida), no es lo que tú crees…”), en ciertos lugares la plata es mágica. Palacio, sugirió el Presidente, es una simbiosis de Hogwarts con Alí Babá. Entras en Palacio y la plata llega sola. Así es la magia. Por eso, uno puede rebajar su sueldo a la mitad, para impresionar a los muggles peruchos. Porque mientras tanto, sin que la vean ni la sientan, la plata sigue arribando.

Claro, los muggles nacionales no se explican cómo se logra la superlativa eficiencia del sueldo presidencial. Olvidaron la magia. Aquél que ha podido mantener departamentos en el distrito 16 de París durante tanto tiempo o es mago de verdad o es un prestidigitador de dedos tan ágiles como para enseñarle un par de trucos a David Copperfield.

La plata llega sola, dijo García, pero hasta donde Bayly alcanzó a contar, no refirió por dónde llegaba a Palacio. ¿Entraba por la puerta de Desamparados? ¿Tenía que hacer antesala en la Secretaría General, donde se administra Palacio? ¿La veía llegar García o se encargaba otro de abrirle la puerta? ¿Quién era el chambelán de esta taumaturgia del lucro?

Las historias de magia, se habrán dado cuenta, casi siempre derivan en una investigación.

¿Piensan que para la investigación de la plata autopropulsada sería necesario lograr los servicios de un Sherlock Holmes de nuestro tiempo? Parece que no, ¿verdad? Con los medios adecuados, hasta el inspector Clouseau resuelve el caso.

Pero no sé si Clouseau (o el propio Holmes contemporáneo) podrían resolver otro misterio paralelo:

¿Qué llevó a que García abriera sus intimidades (monetarias, digo, junto con sus decisiones inconstitucionales) a Bayly?

Al margen de lo que pensemos sobre cómo la usa, todos o casi todos consideramos que Alan García es una persona que posee inteligencia y, además, astucia. También con mucha experiencia y considerable kilometraje. Creemos que si la política fuera billar él jugaría a tres bandas con los ojos cerrados.

Entonces, ¿cómo le confesó sus fórmulas, secretos e intenciones a quien ha hecho una carrera de la revelación en serie de los secretos y las intimidades que le fueron confiadas? ¿“No se lo digas a nadie”, pidió también García?

Cuando una persona normalmente astuta y calculadora se regala así, el motivo no es, ciertamente, racional.

¿Es el juego con la autodestrucción que suele expresarse en ciertas psicopatías? ¿La imprudencia de vanidades que se dio en el encuentro de dos personas inteligentes con diferentes estilos de seducción compulsiva? ¿El hambre de García por hablar con interlocutores y no con súbditos?

García es un gran conversador, un orador de masas que también suele fascinar a sus contertulios en reuniones pequeñas. Y como suele suceder con los prestidigitadores verbales, el efecto es mucho más importante que el rigor y la coherencia.

Imagino que el deseo de impresionar a otro buen conversador y seductor (aunque de estilo totalmente diferente) y a las acompañantes, lo hizo desdeñar la prudencia y soltar algunas verdades.

Bayly, cuyo arte es saber llevar a sus interlocutores al terreno de no se lo digas a nadie, por más que sepan que se los dirá a todos, repitió una vez más el proceso. Y su nueva víctima quedó en la patética tribulación de sacar explicaciones del cajón rotulado: “No es lo que ustedes se imaginan”.

Hay una explicación distinta. Que García está perdiendo el instinto y el golpe de vista político. Aquella charla con Toledo que reseñé hace pocas semanas en Caretas, ¿no fue otro caso de incontinencia verbal, de ésas que revientan y chamuscan? Las pésimas decisiones de campaña para las elecciones municipales en Trujillo, ¿no demostraron que había caído al nivel de incompetencia política de Alva Castro? Las gestiones mal disimuladas para estimular diversas candidaturas presidenciales y proponer alianzas del arroz con el mango y del huevo frito con el cebiche, ¿qué objetivo tienen?: ¿erosionarle votos a Toledo? ¡Pero si él le propuso una alianza al hijo predilecto de Cabana y reciente descubridor del Nobel ‘de la Paz de Literatura’ (todo un arte) a Vargas Llosa!

Una explicación mejor es que García busca dejar un escenario que garantice algunas continuidades y varias impunidades. Un gobierno intermedio que sea aceptablemente exitoso pero decididamente mediocre. El objetivo, tiempo y dietista mediante, es la presidencia del 2016 al 2021.

Es un objetivo que justifica improvisaciones y hasta algunas equivocaciones.

Pero incluso desde esa perspectiva, ¿las confidencias con Bayly, que pueden significarle problemas legales en el futuro, en qué lo ayudan?

Y desde los humillantes barajes con los que ahora reconoce y trata de explicar lo que dijo, ¿cómo justifica decir que admira y “quiere mucho” a quien lo describió como “accidente genético que gobierna el Perú… [de] oceánicas posaderas”?

La respuesta pudiera tenerla, en el pasado, Fernando Belaunde Terry. Cuando una vez le preguntaron por qué el APRA lo atacaba con tanta saña, mientras pactaba y cooperaba tan dócilmente con los odriístas, su respuesta fue corta y precisa:

“Porque yo nunca los he perseguido”.

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1              Relaté esta anécdota por primera vez en un largo artículo que publiqué en inglés en la revista Covert Action Quarterly a principios de 1994. Ese mismo año publiqué una version en español del mismo artículo en la revista Pulso, de Miami.

2              El hombre sin rostro. Javier Vergara Editor. 1997.

3              Jaime Bayly, “La plata llega sola”. Peru.21. Diciembre 6, 2010.


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